Hagamos una tarea de reciclaje. Guardar y mantener en buen estado los textos nos brinda la oportunidad de volver a consultarlos y que éstos sean útiles a otras personas. Cuida la biblioteca de la humedad y los insectos.
Terminadas las clases y antes de realizar los planes de vacaciones, es buen momento para organizar los textos escolares que probablemente no volveremos a utilizar porque no se adaptan al nuevo grado que cursaremos.
Los libros son valiosos elementos de aprendizaje. Se convierten en el apoyo principal para adquirir nuevos conocimientos y nos acompañan clase tras clase, en la escuela y en el hogar.
Al guardar las publicaciones para el resto de la familia contribuímos con la economía del hogar, pues nuestros padres evitarían pagar mucho dinero por material para el escuela.
¿Qué podemos hacer para protegerlos? El buen trato que le demos a nuestros libros es fundamental. Se recomienda no doblarlos, evitar mojarlos, no rayar las páginas o recortarlas, utilizar papel contac transparente para forrar y colócarlos en la biblioteca.
“Todo libro tiene derecho a que sea respetada la integridad de su humanidad, porque son los hombres quienes los escriben y esos mismos hombres los que lo leen. Maltratar al libro es dañar al hombre”, reitera González en su articulado para defender las letras. Es muy fácil conservar a estos “grandes aliados·” del conocimiento que viajan en el morral o entre nuestros brazos al colegio y nos acercan al mundo de las matemáticas, la literatura, las ciencias naturales, las artes... ¡Ya es tiempo, cuida tus libros!
Si tenemos una biblioteca cerrada es importante limpiarla periódicamente para evitar que el polvo y la humedad deterioren los libros y dejarlas abiertas en los días secos. Es recomendable limpiar cada libro individualmente.
Los libreros abiertos deben limpiarse una vez al mes y ubicarse en áreas en las cuales no exista cambios bruscos de temperatura, para evitar el moho, la humedad y los insectos que atentan contra la vida útil del papel.